Entrenamiento Interrumpido || Thalia

Al abrir los ojos, me percaté de que todo afuera de la cabaña, seguía obscuro, no tenía ni la menos idea de que hora sería, pero calculaba que debían ser cerca de las tres de la mañana. Desde que llegué al campamento rebelde, no era la primera vez que esto me pasaba, era algo constante. Tenía pesadillas, pero a este punto ya me había acostumbrado a ellas, y casi siempre era la misma...sobre mi padre. Me negaba a creer que lo extrañaba, me había hecho a un lado por su nueva esposa. Sacudí ligeramente mi cabeza, no quería pensar en eso ya, han pasado cuatro años, creo que se las han arreglado sin mí, si es que siguen vivos.

Me cambié de ropa y me dirigí directamente a entrenar, puesto a que era lo único que podía mantenerme ocupada para que no pensará en nada de eso. Tomé mi espada y le di unas cuantas vueltas antes de ponerme a hacer algo siquiera. Mire al cielo y con un suspiro, volví a la realidad de tenía que entrenar. Empezaba a dar estocadas a la nada, al simple aire, no se que quería lograr con esto, pero al menos me mantenía ocupada.

Después de un rato, me aburrí, y me dí cuenta de la gran estupidez que era esto. Usé una simple roca como asiento y me limité a admirar mi pequeño collar, con las cuentas que me había ganado año con año. Era lindo recordar esos momentos, pero tenía que admitir que ya habían quedado atrás, y que ya nada era lo mismo a esos tiempos de cuando yo tenía solo 12 años, y ahora, a los 20 años, puedo ver que estaba cegada, siempre viendo el lado lindo de las cosas, pero ignorando lo malo. Ahora, eso parecería imposible, había más cosas malas que buenas en estos tiempos.

Estaba muy absorta en mis pensamientos, hasta que el sonido de una rama rompiéndose, me saco completamente de ellos. Como si fuera un reflejo natural, me levanté con espada en mano, preparándome para dar una estocada si era necesario. Obviamente, no lo sería, estaba en el campamento de rebeldes, no creo que quisiera darle una estocada a alguien presente, sería algo malo si lo hiciera. Lentamente, me quité de mi posición y bajé la espada, ya que no la necesitaría. -¿Quien es?

Normalmente, no hubiera hecho una pregunta tan estúpida, pero eran como las tres de la mañana y no se veía nada en lo absoluto, así que sentí la necesidad de preguntar, por más estúpida que me viera en ese momento. -Sabes, hay mejores maneras de acercarte a alguien, como por ejemplo un "Hola", eso no estaría mal.