La noche más oscura (Izzy)

Todo era ciertamente muy aburrido,  no me gustaba estar tanto tiempo encerrada en un lugar, no es como que literalmente estuviera encerrada o no del todo, pero no me gustaba nada el permanecer por mucho tiempo en un mismo lugar, era todo lo que detestaba, nunca he podido quedarme quieta. Nunca. Recuerdo bien mi infancia cuando hacia rabiar a Alec por pasearme una y otra vez por la habitación una vez que me aburría. Claro, todo cambio cuando mis otros dos hermanos llegaron, Jace, después de un tiempo, una vez que se acostumbró y confió en nosotros, era capaz de divertirnos a todos, de sacarnos a hacer lo que fuera, y que decir de Max, mi pequeño Max, todo era una gran diversión con él. No gustaba de pensar mucho tiempo en él, pues después de un rato, la culpa, el dolor y todo lo que trataba de ocultar, relucía otra vez. No importaba cuanto tiempo hubiera pasado el dolor de su perdida seguía muy presente, qué decir del sentimiento de culpa con el que cargaba. Yo era la hermana mayor, yo estaba ahí, no lo escuche, no pude protegerlo, yo, debía hacer algo más. “Debía, Hubiera” dicen que no existe, que el pasado debe estar en el pasado, pero ¿Cómo dejarlo ahí?, ¿Cómo cuando la muerte de tu hermano pequeño fue en parte culpa tuya? ¿Cómo? La ausencia de papá no ayudaba en nada, aunque no fuera particularme unida a él, como serlo después de todo lo que tu madre te a contado, aun así, seguía siendo difícil ver lo distante que estaba. Lo decaída que mamá estaba, lo triste y abatida. Sin quererlo, cada que la veía la culpa volvía sobre mí. Culpa que comenzaba a ser muy difícil de cargar.

Solo me recosté lo que para mí pareció unos pocos segundos, bueno solo quería descansar un poco del entrenamiento al que me sometía diario, tanto para estar en forma, como para tener algo en que pensar. Sin darme cuenta me sumí en un sueño profundo, pero como desde hace unos meses atrás, mi sueño rara vez era tranquilo, rara vez era en paz. Ráfagas de imágenes pasaban por mi mente, Alec, Jace, Max, incluso Clary, la más nítida era la imagen de la casa de Luke, todos en la camioneta conduciendo rumbo a esta, mis dedos adoloridos de ser retorcidos una y otra vez, nunca había estado tan nerviosa, ¿Invocar a Raziel? ¿En serio? Y el simple recurdo de Simon cayendo me hace despertar, con la respiración agitada y el corazón latiendo con mucha fuerza. Me llevo las manos al cabello de manera nerviosa. ¿Qué pasa conmigo?, no puede una persona ponerme en este estado, no está bien.  “Tienes que controlarte, Isabelle, contrólate” me dije de manera casi suplicante a mi reflejo, debía dejar esto, debía dejar de sentirme así, no estaba bien, no estaba bien para mí. Dejar de necesitarlo, en la manera en que lo necesitaba, no, yo no puedo querer a nadie, no puedo.

Salí casi corriendo de la habitación, ya casi conocía a la perfección el lugar, no tanto, pues siempre había un lugar nuevo que ver o a donde ir, pero al menos de lo básico ya conocía su ubicación. Los jardines era mis favoritos, un buen lugar para entrenar, y servía bien para pensar o despejar la mente, depende de lo que necesitas, un poco de aire freso no me haría nada mal en este momento.  Sonreí al ver una cabellera azabache tan parecida en color a la mía, Alec, nada mejor que pasar un poco de tiempo con mi hermano, mi Alec. Me sorprendería que supiera que era yo sin siquiera verme, pero como, si conocía todo de mi, solo el me reconocería solo por mi modo de caminar, aunque claro, ¿Quién más usaba tacones todo el día que no fuera yo? Nadie. Reí ante lo que dijo, rodando los ojos acercándome a donde estaba, sentándome junto a él. – Claro, la mitad demonio que llevas dentro, lo activa de vez en cuando – dije encogiéndome de hombros. Suspire mirando la botella y pensando en sus palabras “Perdido”. Levante la mirada clavándola en sus ojos - ¿Cómo estás? – pregunte casi exigiendo, él sabía que podía mentirle a quien fuera menos a mí.